Al subir a su unidad móvil sintió el frió metal y polímeros sintéticos que componían la estructura. Comenzó a sentir que aquel espacio era demasiado para él, eran tantas las ausencias. Aturdido, vio algunas personas que al caminar movían sus cuerpos como intento de baile, tal vez estaban muy pasadas para darse cuenta que no había música, o se sentían tan bien que no importaba.
Las ideas penetraban, lo ahogaban. Atari reviso su unidad móvil, vio cada desperfecto, cada mancha, cada rayón que él había permitido. Dirigió su mirada al espejo, la imagen que reflejaba lo hacia sentir horrible, los rasgos, facciones e intenciones se fundían en el gris de su reflejo. Se había bañado, peinado y vestido con ropa adecuada; aun así se sentía como un monstruo, su imagen lo lastimaba. Pensó en la suerte que había tenido hasta ese momento, suerte de que algunas personas se interesaran en él, que lo hubieran mal querido, pero al fin intentado; Suerte de que el mundo no lo hubiera observado como en verdad es. En cualquier momento esa fina capa que lo protegía caería y cuando estuviera descubierto nadie se acercaría jamás. Irremediablemente se quedaría solo, cada vez más.
Mientras conducía no podía evitar pensar en como se encargaba de llevar todo a la mierda, muy en contra de sus oportunidades natas. Era como darle un no a la vida, como tener todo para ganar la carrera, aun así rendirse por saber que la ganaría. Sintió que en cualquier momento arruinaría todo esfuerzo, esfuerzo de su madre, de toda su estirpe; de la naturaleza que en todas las maditas generación lo hacían estar ahí, hacer las cosas bien sin querer, sin pensar, sin intentar. Él lo sabia, no había futuro, no para él.
Aun que había sido una noche horrible, el bajón lo dejo como muerto, no podía sentir nada, su cerbero estaba paralizado. Cada escalón que subía, le hacia pensar en lo simple que seria dejar de oponer resistencia, soltar el cuerpo y dejarse caer por las escaleras, solo para terminar con la pericia de continuar subiendo. Solo la promesa de su cama continuaba moviendo sus piernas.
Sus manos temblaban por lo que le costo trabajo abrir la puerta. No prendió luces y casi a ciegas camino hasta su cuarto. Después recordó las llaves del gas y regreso a la cocina para asegurarse que estuvieran cerradas. Con la mirada reviso cada una de las llaves, pero al concentrarse en una perdía la noción de las demás y si las veía a todas al mismo tiempo no podía observar detalladamente. Por lo que decidió ver una por una y después observarlas a todas, lo repitió varias veces: una por una, todas a la vez, una por una, todas a la vez. Sabia que estaban cerradas y que nadie moriría por omisión esa noche, al menos no suya, pero no podía estar seguro que su visión no lo engañara, que sus ojos lograran ver la realidad. Se acerco y tomo una por una con sus manos para sentir que estuvieran en vertical. Sin estar completamente seguro se dirigió a su cuarto.
Se quito la ropa y se arrojo a su cama. En cuanto sintió que había alguien en ella, un puñetazo lo obligo a salir de ahí; de inmediato lo supo, era Guillermo. Maldiciendo tomo unas sabanas y se acostó sobre el tapete. Aquella situación le era familiar. Guillermo suele pasar temporadas en su casa, cuando le va mal, mas tiempo del que Atari desearía.Sentía un tipo de repulsión hacia él; Le parecía un tipo de lo más deprimente y patético. Solo era unos años más joven que Elena, pero su vida es quejarse de la familia que no tuvo, de cómo no lo entendieron, el poco apoyo que ha recibido de la gente que lo rodea o cualquier pretexto que encuentre. Atari sentía pavor al pensar en que pudiera parecerse a su tío, e imaginarse que en algunos años podría vivir como el, sin nadie, sin nada, emborrachándose y recordando cada elemento del gran complot universal que ha sido su existencia.
Las ideas penetraban, lo ahogaban. Atari reviso su unidad móvil, vio cada desperfecto, cada mancha, cada rayón que él había permitido. Dirigió su mirada al espejo, la imagen que reflejaba lo hacia sentir horrible, los rasgos, facciones e intenciones se fundían en el gris de su reflejo. Se había bañado, peinado y vestido con ropa adecuada; aun así se sentía como un monstruo, su imagen lo lastimaba. Pensó en la suerte que había tenido hasta ese momento, suerte de que algunas personas se interesaran en él, que lo hubieran mal querido, pero al fin intentado; Suerte de que el mundo no lo hubiera observado como en verdad es. En cualquier momento esa fina capa que lo protegía caería y cuando estuviera descubierto nadie se acercaría jamás. Irremediablemente se quedaría solo, cada vez más.
Mientras conducía no podía evitar pensar en como se encargaba de llevar todo a la mierda, muy en contra de sus oportunidades natas. Era como darle un no a la vida, como tener todo para ganar la carrera, aun así rendirse por saber que la ganaría. Sintió que en cualquier momento arruinaría todo esfuerzo, esfuerzo de su madre, de toda su estirpe; de la naturaleza que en todas las maditas generación lo hacían estar ahí, hacer las cosas bien sin querer, sin pensar, sin intentar. Él lo sabia, no había futuro, no para él.
Aun que había sido una noche horrible, el bajón lo dejo como muerto, no podía sentir nada, su cerbero estaba paralizado. Cada escalón que subía, le hacia pensar en lo simple que seria dejar de oponer resistencia, soltar el cuerpo y dejarse caer por las escaleras, solo para terminar con la pericia de continuar subiendo. Solo la promesa de su cama continuaba moviendo sus piernas.
Sus manos temblaban por lo que le costo trabajo abrir la puerta. No prendió luces y casi a ciegas camino hasta su cuarto. Después recordó las llaves del gas y regreso a la cocina para asegurarse que estuvieran cerradas. Con la mirada reviso cada una de las llaves, pero al concentrarse en una perdía la noción de las demás y si las veía a todas al mismo tiempo no podía observar detalladamente. Por lo que decidió ver una por una y después observarlas a todas, lo repitió varias veces: una por una, todas a la vez, una por una, todas a la vez. Sabia que estaban cerradas y que nadie moriría por omisión esa noche, al menos no suya, pero no podía estar seguro que su visión no lo engañara, que sus ojos lograran ver la realidad. Se acerco y tomo una por una con sus manos para sentir que estuvieran en vertical. Sin estar completamente seguro se dirigió a su cuarto.
Se quito la ropa y se arrojo a su cama. En cuanto sintió que había alguien en ella, un puñetazo lo obligo a salir de ahí; de inmediato lo supo, era Guillermo. Maldiciendo tomo unas sabanas y se acostó sobre el tapete. Aquella situación le era familiar. Guillermo suele pasar temporadas en su casa, cuando le va mal, mas tiempo del que Atari desearía.Sentía un tipo de repulsión hacia él; Le parecía un tipo de lo más deprimente y patético. Solo era unos años más joven que Elena, pero su vida es quejarse de la familia que no tuvo, de cómo no lo entendieron, el poco apoyo que ha recibido de la gente que lo rodea o cualquier pretexto que encuentre. Atari sentía pavor al pensar en que pudiera parecerse a su tío, e imaginarse que en algunos años podría vivir como el, sin nadie, sin nada, emborrachándose y recordando cada elemento del gran complot universal que ha sido su existencia.
Estaba agotado, y el dolor en su estomago que aun que no fuerte era muy constante, le seguía molestando. Sintió un profundo sueño y le vino a la mente que tal vez las llaves del gas estaban bien antes de su intromisión, pero después de tocarlas pudo moverlas, quizás con algún movimiento involuntario o el temblor de sus manos, pero ya no podía pararse, por lo que intento convencerse que nunca podría estar seguro de ello. Solo quería apagar su cerebro e intentar dormir
1 comment:
He, shido, me gustan las imágenes lentas, descriptivas y enfermas que resuenan en el texto; criticaría la incidencia de Atari sobre las llaves del gas, pero no, reafirman la pesada voluntad que tiene.
Tiene buen ritmo, cuida tu ortografía, es la vestimenta de tu obra.
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